Índice
1. Introducción
2. Teoría Sistémica
2.1. La Teoría General de los Sistemas
2.2. Cibernética
2.3. Los desarrollos de los pragmáticos de la comunicación
2.3.1. Los axiomas de la comunicación
2.3.2 La comunicación y el contexto
2.3.3. Doble vínculo
2.3.4. Cambio 1 y Cambio 2
2.4. La psicoterapia familiar
3. Terapia Sistémica
3.1. Antecedentes históricos
3.2. Características generales de la psicoterapia sistémica
3.3. Las escuelas de psicoterapia sistémica
3.3.1 La escuela interaccional o escuela de Palo Alto
3.3.2 La escuela estructural estratégica
3.3.3 La escuela de Milán
3.4. Cuadro comparativo entre las principales Escuelas Sistémicas
1. Introducción
En este texto desarrollaremos
brevemente los principales aspectos de la Teoría Sistémica y de la Terapia
Sistémica, tratando de abarcar los aspectos más relevantes, como el surgimiento
histórico, sus planteos teóricos, sus aportes, las diferentes variantes dentro
del modelo en su aspectos clínicos y las técnicas utilizadas por cada una de
las escuela desarrolladas.
Actualmente la Psicoterapia de
orientación Sistémica ocupa un lugar relevante dentro de las orientaciones
clínicas utilizadas para el trabajo tanto con familias, parejas, individuos,
como así también con grupos e instituciones.
2. Teoría Sistémica
En los desarrollos de la Teoría
Sistémica -usaremos ese término para referirnos a los aspectos teóricos de la
escuela Sistémica en Psicología-, si
bien existen concepciones y abordajes particulares, hay conceptos básicos
comunes que todos los modelos comparten. La principal característica de los
mismos es que centran sus objetivos terapéuticos específicamente en la
modificación de patrones de interacción entre las personas (Feixas & Miró,
1993).
Los modelos sistémicos recibieron
varios aportes de otras disciplinas, principalmente en lo que respecta a sus
conceptualizaciones teóricas. Los aportes principales que nutren a los modelos
sistémicos y que ya forman parte del corpus teórico de la Sistémica vienen
tomados de diversos campos y autores, pero sintéticamente podemos englobarlos en:
a. La
Teoría General de los Sistemas.
b.
La Cibernética.
c. Los
desarrollos de los pragmáticos de la comunicación.
d.
La psicoterapia familiar
Históricamente el desarrollo de los
modelos clínicos sistémicos ha estado unido a la evolución de la terapia
familiar. Sin embargo, actualmente el campo de aplicación es mucho más amplio y
abarca también tratamientos individuales, grupales, de pareja y obviamente
también de familias (Hoffman, 1987).
Tomando un punto de vista teórico
podemos decir que el concepto básico que sirve para unificar las aportaciones
de los distintos enfoques es el concepto de sistema. Si bien este concepto ha
sido desvirtuado de su idea y conceptualización original, el aspecto distintivo
es que un sistema se define por su oposición al reduccionismo, y pone el
énfasis en las propiedades del todo o en las propiedades metasumativas -el todo
es más que la suma de las partes- que resultan de la interacción de los
distintos elementos del sistema (Johansen Bertoglio, 1997).
2.1. La Teoría General de los Sistemas
Uno de los principales aportes a la
Teoría Sistémica pertenece a los desarrollos y planteos propuestos por la
Teoría General de los Sistemas (Bertalanffy,
1968).
La Teoría General de los Sistemas es
un enfoque interdisciplinario y por lo
tanto aplicable a cualquier sistema tanto natural como artificial. El objetivo principal de la Teoría General de
los Sistemas es descubrir las similitudes o
isomorfismos
en las construcciones teóricas
de las diferentes
disciplinas
(Johansen Bertoglio, 1997).
Se han dado muchas definiciones
diferentes de sistemas, nosotros entenderemos a un
sistema como un conjunto de objetos o elementos que se
relacionan entre
si (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967). Además del concepto de relación, Bertalanffy (1968) destacó el concepto de
interacción,
definiendo al sistema como un conjunto de elementos que interactúan entre
sí, presuponiendo
de este modo, la existencia de una interdependencia entre
las partes y la
posibilidad de un cambio a través de la reversibilidad de la
relación. En función de la definición que hemos dado podemos imaginar infinidad de
sistemas, de hecho no existe en el mundo nada que no forme parte de algún
sistema desde esta conceptualización.
Cada una de las partes que encierra un
sistema puede ser considerado un subsistema, es decir un conjunto de partes e
interrelaciones que se encuentran estructural y funcionalmente dentro de un
sistema mayor y que posee sus propias características. Así podemos decir que
los subsistemas son sistemas más pequeños dentro de sistemas mayores
(Bertalanffy, 1968).
Con el concepto de supersistema se
hace referencia a la inclusión de todo sistema, en un sistema de orden mayor
que incluye a varios sistemas. Los conceptos de subsistema, sistema y
supersistema llevan implícita la idea de recursividad, por cuanto los subsistemas
y los supersistemas son además sistemas. En este sentido, las propiedades
generales de los tres elementos son
semejantes y fácilmente se pueden encontrar o derivar analogías. De esto se
deduce que tanto los subsistemas como los supersistemas, requieren cumplir
ciertas características sistémicas, este punto es bastante discutido y
controversial, no parecen existir principios generales que determinen cuando
una parte es un subsistema o simplemente un componente de un sistema (Johansen
Bertoglio, 1997).
En la medida que desintegramos el
sistema en subsistemas, vamos pasando de una complejidad mayor a una menor. A
la inversa, a medida que integramos subsistemas en sistemas mayores, o sistemas
en supersistemas, vamos ganando una mayor compresión del todo y las
interrelaciones de sus partes.
Es importante diferenciar los sistemas abiertos de los cerrados, aunque también conviene señalar que
entre los investigadores no existe un criterio unificado para la diferenciación
de los mismos, por eso algunos autores
hablan de sistemas más o menos abiertos, o sistemas más o menos cerrados.
Siguiendo la conceptualización clásica de
Bertalanffy (1968), un sistema cerrado es aquel que no intercambia
información con el medio, a diferencia de
los sistemas
abiertos que están intercambiando
constante información o
energía de algún tipo con el medio o con otros
sistemas. El intercambio es de
tal
naturaleza que logra
mantener alguna forma
de equilibrio continuo o
estado permanente y las relaciones con el medio,
son tales que admiten
cambios y adaptaciones.
Se han descripto y relacionado con los
sistemas abiertos un gran número de propiedades, pero siguiendo el lineamiento
que siguen la mayoría de los autores que aplican esta teoría al campo de las
psicoterapias, nos referiremos a las tres propiedades principales de los
sistemas abiertos, ellas son:
a.
Totalidad.
b.
Retroalimentación o
feedback.
c.
Equifinalidad.
La propiedad de
totalidad de los sistemas abiertos se vincula con el
concepto de relación entre las partes. Los elementos de un sistema se encuentran en una
relación tal, que la modificación de un
elemento o alguna
relación dentro del sistema provoca la
modificación de todo el sistema. Esto
equivale a decir que el sistema se comporta
como inseparable y coherente,
por lo que los
factores o elementos no pueden variar independientemente sin
condicionar al todo. Bertalanffy (1968) aclara que no sólo es
necesario estudiar las partes y los procesos en estado de aislamiento, sino
también resolver los problemas decisivos que se encuentran en la organización y
en el orden que unifican esas partes y esos procesos, que resultan de la
interacción dinámica de las partes ya que hacen que las conductas de las mismas
sean muy diferentes cuando se la estudia dentro del todo.
La propiedad de la retroalimentación que se conceptualizó primeramente a partir de
desarrollos de la ingeniería aeronáutica y se extendió rápidamente a diversos
ámbitos, es la base de la circularidad,
característica propia de los procesos interactivos de los sistemas abiertos. En
todo sistema
abierto, a partir
de una información
emitida existe cierto
información de
retorno, que regresa
del receptor al
emisor y permite la
comunicación y el
intercambio. Esta información de
retorno o feedback posibilitará el cambio o la permanencia (Johansen Bertoglio,
1997).
Existen
dos tipos de feedback, uno denominado
positivo y otro negativo, en
función de los efectos que esta información de retorno tenga en el sistema, ya
que toda información de retorno puede tener dos efectos:
a. Mantener la
estabilidad -homeostasis- del sistema y es por tanto de tipo
negativa, ya que dice no al cambio.
b. Provocar una pérdida en la estabilidad del sistema, generando
algún
cambio, este tipo de información es de tipo
positiva, ya que le dice sí al
cambio.
Es importante señalar, que se utiliza
el adjetivo positivo o negativo
simplemente para hacer referencia a la
aparición o no de un cambio, o una ruptura en el equilibrio del sistema
y no tiene que ver con lo beneficioso o perjudicial del mismo. Debido a que los
sistemas abiertos intercambian información continuamente en su interior y con
el exterior, cada una de ellas deberá ser retenida, elaborada y comparada con
los modelos organizativos que basándose
en este proceso, podrán tener una confirmación u homeostasis, o recibir una
información que permita el cambio o la transformación (Bertalanffy, 1968).
Tanto la homeostasis, como la
transformación, constituyen dos procesos complementarios para la vida del
sistema. Cuando esta autorregulación no funciona correctamente las
consecuencias pueden ser, que predominen
los procesos transformativos que pueden llevar a la disolución del sistema, o
que se produzca un endurecimiento del sistema que pierda flexibilidad y
capacidad adaptativa, proporcionando respuestas repetitivas, cada vez menos
eficaces y coherentes.
Los sistemas abiertos tienden a
moverse hacia niveles cada vez más complejos de organización y por ende, el
concepto de feedback positivo no lleva necesariamente a la desorganización o a
la destrucción del sistema; sino que mediante la amplificación de la diferencia,
permite explicar el crecimiento, el aprendizaje y la evolución del sistema. La
retroalimentación negativa tiene una
función de control
y de mantenimiento
del equilibrio
interno del sistema, insertando en el mismo, al
tiempo. De este modo podemos referirnos
a la homeostasis como a una tendencia a un estado estacionario del sistema,
teniendo presente que éste será diferente en un tiempo dado respecto al
precedente o al siguiente (Johansen Bertoglio,
1997).
Por último, la propiedad de la
equifinalidad hace referencia a los procesos y a cómo estos fueron llevados a
cabo. En un sistema abierto, autorregulado y circular, los resultados no son
provocados por las condiciones iniciales
sino por la naturaleza de los procesos que operan u operaron en ese sistema.
Los mismos resultados pueden tener orígenes distintos, contrariamente a lo que
ocurre en los sistemas cerrados donde los resultados son determinados por las
condiciones iniciales. Esta propiedad es reversible, ya que podemos verificarla
en sentido contrario, resultados iguales o similares, pueden deberse a puntos
de partida diferentes.
2.2. Cibernética
La palabra cibernética,
etimológicamente deriva de una palabra griega ‘κυβερνάω’ (kibernao) que significa dirigir, conducir,
guiar, pilotar, gobernar y a partir de allí se la tomó para referirse a la
ciencia de la comunicación y el control tanto en las máquinas como en los seres
humanos, por tanto la Cibernética se ocupó primeramente de los procesos de
comunicación y control en los sistemas
naturales y artificiales (Wiener, 1948).
La Cibernética ha sido definida de
diferentes maneras, para Bateson (1972) es la nueva ciencia de la forma y los
patrones de organización, para Keeney (1987) es una ciencia que se ocupa de las
pautas y la organización en los diferentes tipos de sistemas.
Según Foerster (1973) en la historia
de la Cibernética se puede observar un proceso que se desarrolla en tres
niveles de complejidad: una Cibernética de Orden ‘0’, implícita, la Cibernética
de Primer Orden y una Cibernética de Segundo Orden. Nosotros
describiremos los conceptos fundamentales que se tomaron de los tres momentos
de la Cibernética en forma sintética y unificada.
La epistemología tradicional consideraba que la realidad
tiene existencia independientemente de
quien la observa. El pensamiento científico
se
basa en esta premisa, al considerar que la objetividad en la ciencia es
fundamental y que por lo tanto las propiedades del observador no deben estar
incluidas en la descripción de sus observaciones. Para eliminar ciertas contradicciones
que tienen que ver con la relación con el observador, era necesario tomar en
cuenta a un observador, pero las observaciones no son absolutas, sino relativas
al punto de vista del observador. Por lo tanto, el acto de observar influye
sobre el objeto observado, al punto de anular toda expectativa de predicción
por parte del observador, o sea que la
incertidumbre, la indeterminación se vuelve absoluta (Ceberio &
Watzlawick, 1997).
Para Foerster (1973) la reintroducción del observador,
la pérdida de la neutralidad y de la objetividad, son requisitos fundamentales
para una epistemología de los sistemas vivientes. Por lo tanto la Cibernética
de Segundo Orden nos introduce en la
observación del observador. El objeto de estudio pasa a constituirse en el observador
observando su propia observación, cibernéticamente hablando, la Cibernética se
transforma en Cibernética de la Cibernética o Cibernética de Segundo Orden.
En el campo de la psicoterapia se ve como un resultado
de estos planteos la frecuente utilización de la Cámara Gesell y la reflexión
sobre el mismo equipo tratante. También este planteo genera posteriormente
muchos de los desarrollos de las escuelas narrativistas y constructivistas y se
comienza a entender la relación terapéutica como una actividad dialógica
(Sluzki, 1985; Hoffman, 1987; Schnitman, 1994, entre muchos otros).
Los conceptos de regulación y corrección de la
desviación, entendidos como feedback negativo, permiten mantener la
organización y controlar los procesos de ampliación de la desviación que llevan
a la desorganización, el caos y la destrucción del sistema. Por lo tanto, la
homeostasis como proceso autocorrectivo era el concepto predominante, en el
primer momento de la Cibernética. Los trabajos en el campo de la Terapia Familiar
de ese primer período reflejan, el énfasis negentrópico -feedback negativo-, en
los conceptos de reglas y mitos familiares o patrones interactivos (Haley,
1963; Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967).
En la Segunda Cibernética se consideró que todo sistema
viviente depende para su supervivencia de dos procesos llamados morfostasis y
morfogénesis. El primero se refiere al mantenimiento de la constancia de un
sistema a través de mecanismos de retroalimentación negativa. El segundo da
cuenta de la variabilidad del sistema a través de mecanismos de
retroalimentación positiva, en cada situación los procesos de desviación y
amplificación se equilibran mutuamente. El énfasis se desplaza a los procesos
de amplificación de la desviación, la retroalimentación positiva y los procesos
sistémicos de cambio. Lejos de constituir un elogio de la entropía, este
énfasis conduce a una visión homeodinámica de los procesos sistémicos,
subrayando la dialéctica de la estabilidad y el cambio (Ceberio & Watzlawick,
1997).
En el campo de la Terapia Familiar, este desarrollo
epistemológico permitió la descripción de actividades terapéuticas que hasta
entonces sólo habían sido definidas como estilísticas. Aparecen así
intervenciones generadoras de crisis, movimientos desequilibradores y
actividades provocativas destinadas a empujar a la familia más allá del umbral
y desencadenar cambios cualitativos, representadas en la clínica sistémica por
autores como Minuchin (1974), Palazzoli (1975) y Whitaker (1982) ente otros.
2.3. Los desarrollos
de los pragmáticos de la comunicación
Los autores principales que se engloban bajo esta
denominación eran psicólogos, biólogos y antropólogos, que enfocaron el tema de
la comunicación en sus aspectos
pragmáticos, tratando de describir y entender los circuitos, pautas y efectos
que la comunicación genera en diferentes sistemas (Watzlawick, Beavin &
Jackson, 1967; Bateson, 1972). Los estudios se desarrollaron y focalizaron en
la relación entre el emisor y el receptor, en la cual la comunicación actúa
como mediadora.
2.3.1.
Los axiomas de la
comunicación
Entre los conceptos más relevantes que la teoría
sistémica toma de esta línea, podemos destacar los axiomas de la comunicación
humana, éstos establecen ciertos principios básicos de la comunicación y la
relación entre
los comunicantes (Watzlawick, Beavin &
Jackson, 1967). Los axiomas que plantean son cinco y se relacionan con:
a.
La imposibilidad de no comunicar.
b.
Los niveles de contenido y relación de la comunicación.
c.
La puntuación
de la secuencia de los hechos.
d.
La comunicación digital y analógica.
e.
La interacción simétrica y complementaria.
La imposibilidad de no comunicar
Existe una propiedad de la conducta que no puede ser más
básica, por lo cual suele pasársela por alto, no hay nada que sea lo contrario
de la conducta, ya que no existe la no-conducta, por lo tanto podemos decir que
es imposible no comportarse. Si se acepta el hecho de que toda conducta en una
situación de interacción tiene un valor de mensaje -unidad comunicacional
singular-, es decir, es comunicación, se deduce que es imposible no comunicar.
Podría decirse que el aislarse o no querer entrar en comunicación podría ser
una no-comunicación, sin embargo, el hecho de no hablar, de ignorar a alguien,
de aislarse, justamente son mensajes y conductas que están comunicando precisamente
que no se tiene intenciones de entrar en comunicación (Watzlawick, Beavin &
Jackson, 1967).
Los niveles de contenido y relación de la comunicación
Una comunicación no sólo transmite información, sino que
también impone conductas. Según Bateson (1972), estas dos operaciones se
conocen como los aspectos referenciales y conativos, de toda comunicación.
El aspecto referencial de un mensaje transmite información
y por ende, en la comunicación humana es sinónimo de contenido del mensaje.
Puede referirse a cualquier cosa que sea comunicable, al margen de que la
información sea verdadera o falsa, válida, no válida o indeterminada. Por otro
lado, el aspecto conativo se refiere a qué tipo de mensaje debe entenderse que
es y por ende, en última instancia, a la relación entre los comunicantes.
Entonces vemos que
la información -aspecto
de contenido- y
la orden -
aspecto de relación-, son dos niveles
lógicos diferentes en los que el último clasifica al primero y es con respecto
a este una metacomunicación.
Las relaciones rara vez se definen deliberadamente o con
plena conciencia, parece, de hecho, que cuanto más espontánea y sana es una relación,
más se pierde en el trasfondo el aspecto de la comunicación vinculado con la
relación. Del mismo modo las relaciones enfermas se caracterizan por una
constante lucha a cerca de la naturaleza de la relación, mientras que el
aspecto de la comunicación vinculado con el contenido se hace cada vez menos
importante (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967).
La puntuación de la secuencia
de los hechos
Este axioma hace referencia a la necesidad de tomar en
cuenta a todos los comunicantes, ya que toda conducta influye y es influida por
las conductas de los demás.
La organización de los hechos depende de la puntuación y
ésta al ser una operación arbitraria efectuada por uno de los comunicantes no
siempre es compartida por el otro y por este motivo a menudo genera múltiples conflictos en las relaciones.
Para alguien que observa la interacción entre dos o más personas, es fácil ver
una serie de comunicaciones que pueden entenderse como una secuencia
ininterrumpida de intercambios. Cada mensaje en una secuencia es al mismo
tiempo, estímulo, respuesta y refuerzo.
Frente a un mensaje de A, se sigue una respuesta de B y a su vez esta respuesta
de B, se transformará en un nuevo estímulo que operará como una respuesta y un
refuerzo para la conducta de A y así sucesivamente.
Las definiciones de los roles de hecho sólo dependen de
la disposición de los organismos a
aceptar el sistema de puntuación. Los problemas pueden suscitarse cuando alguno
de los participantes no acepta la puntuación que el otro hace o cuando alguno
de los dos participantes tiene la pretensión de darle un comienzo a la serie
(Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967).
Comunicación digital y analógica
En la comunicación humana existen dos formas para
referirse a los objetos, se los puede representar mediante alguna cosa que represente al
objeto
representado, tal como un nombre o una palabra que hace alusión a una idea de
un objeto dado; o mediante algún dibujo o símil que haga referencia a dicho objeto o idea. Estas dos posibilidades,
dan lugar a dos tipos de comunicación que llamaremos digital y analógica
respectivamente. La primera habitualmente es mediante una palabra que siempre
es arbitraria. En cambio en la comunicación
analógica existe cierta similitud entre lo referido y lo referente, entre la
cosa a representar y la representación.
La atención que se le presta a la comunicación digital o
también llamada verbal, ha ido aumentando con la evolución de la especie, porque
se la considera más adecuada para transmitir noticias, intercambiar información sobre los objetos y transmitir
los conocimientos de una época a otra. En cambio, la comunicación analógica
tiene sus raíces en períodos mucho más arcaicos de la evolución y por lo tanto,
encierra una validez mucho más general, que el modo digital de la comunicación
verbal, relativamente reciente y mucho más abstracta (Watzlawick, Beavin &
Jackson, 1967).
Se entiende por comunicación analógica a todo aquello
que no es considerado comunicación verbal, como los movimientos, las posturas,
los gestos, la expresión facial, la inflexión de la voz, la secuencia, el ritmo
y la cadencia de las palabras, etc.
La comunicación digital es propia de las especies
animales superiores y el hombre es el que más la desarrolló, pero también hay
estudios que señalan que los delfines, las ballenas y ciertos primates también
utilizan sistemas digitales para la comunicación. En general decimos que el
lenguaje digital o verbal permite transmitir noticias, comunica contenidos, en
cambio el analógico o no verbal permite transmitir sentimientos y relaciones.
El lenguaje digital es fundamentalmente
arbitrario y admite mentiras, mientras que el analógico es bastante natural y
se hace difícil mentir utilizando este tipo de lenguaje. También encontramos un
alto grado de abstracción y complejidad en el lenguaje digital, a diferencia
del analógico, que tiende a tener un bajo nivel de abstracción (Watzlawick,
Beavin & Jackson, 1967).
Interacción simétrica y complementaria
Toda comunicación tiene dos aspectos como hemos
señalado, un aspecto de contenido y otro de relación. Respecto de la definición
de la relación, inscripta en los mensajes, se pueden dar dos modalidades
basadas en la igualdad o en la diferencia. Una relación es complementaria
cuando las dos personas se encuentran en condiciones de desigualdad, en el
sentido de que uno parece estar en una posición dominante por haber dado
comienzo a la acción y la otra parece seguir en esa dirección.
En una relación complementaria encontramos dos
posiciones distintas, los dos individuos se adaptan uno a otro o se
complementan, se dice que el primero ocupa una posición one up y el otro una posición one
down, en este tipo de relación hay una aceptación y una apreciación de las
diferencias. En cambio, en las relaciones simétricas, las dos personas se
conducen cono si estuvieran en una condición de igualdad, cada una de ellas
hace ostentación de tener el derecho de iniciar la acción, criticar a la otra,
darle consejos, etc. Así pues, la relación simétrica se caracteriza por la
igualdad o la diferencia mínima, mientras que la interacción complementaria
está basada en un máximo de diferencia.
La disfuncionalidad o las manifestaciones patológicas de
estas formas de comunicación, las encontramos en la complementariedad rígida y
en la escalada simétrica. En la primera, existe una dificultad de poder
utilizar una modalidad más flexible estereotipándose roles rígidos, en la
segunda, la escalada simétrica, lo que vemos es un esfuerzo por transformar una
relación simétrica en una complementaria, mostrando superioridad sobre el otro
(Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967).
2.3.2. La comunicación y
el contexto
Toda comunicación se da en un contexto y el conocimiento
y comprensión del mismo permiten entender con mayor amplitud el fenómeno de la
comunicación (Bateson, 1972).
Toda comunicación como se ha señalado tiene un aspecto
de contenido y otro de relación, hasta que no se conoce el tipo de relación que
se tiene con el otro, los contenidos transmitidos no tienen un valor
significativo claro, ya
que
se ignora como se los utilizará en la definición de la relación. Todo mensaje
comunicativo recibe respuestas tanto en el nivel de contenido como en el de
relación (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967). Respecto de una comunicación
posible, podemos encontrar tres tipos de respuestas:
a.
Rechazarla abiertamente: este es el
caso cuando alguien propone algún tipo de comunicación y el interlocutor
directamente dice que no quiere hablar o no quiere entrar en intercambios
comunicacionales. Esta negativa de los contenidos, en general implica una
negativa de la relación.
b.
Aceptarla: este es el caso en donde
se responde en forma acorde con el tema o con la comunicación planteada, suele
haber una aceptación de la relación.
c.
Descalificarla: en este caso la
persona entra en comunicación, pero lo hace de una forma particular, a medias, son formas de invalidar la
comunicación, en particular el mensaje que fue emitido, tiene diversas
modalidades como las contradicciones, los malos entendidos, el uso de
manierismos, interpretaciones literales de frases metafóricas, metaforización
de frases literales, etc.
Existen ocasiones donde la descalificación no recae
sobre el mensaje, sino sobre el emisor, en esos casos estamos frente a una
situación bastante más grave que denominamos desconfirmación. En la misma
existe una falta de reconocimiento del otro como tal, esto genera niveles altos
de patología y sufrimiento tanto a nivel psíquico como físico. La
desconfirmación recae sobre el yo o el self de la persona y hace referencia a
sus aspectos más nucleares (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967).
2.3.3.
Doble vínculo
La Teoría del doble vínculo fue desarrollada por el
grupo liderado por Bateson (1956), a partir de las experiencias observacionales
que hicieron de familias que tenían un miembro esquizofrénico, allí pudieron
ver que las mismas se transmitían mensajes y conductas excluyentes
simultáneamente,
en
niveles lógicos diferentes. Encontraron que en un nivel lógico podían expresar
un requerimiento manifiesto y en otro un mensaje totalmente opuesto al primero,
que lo contradecía o anulaba.
La dinámica del doble vínculo o doble atadura, implica a
dos o más personas, una de las cuales es considerada como la víctima. En este
tipo de relación a la llamada víctima le resultará muy difícil permanecer sano
ya que siempre que se presente una situación de esta clase, se producirá un
derrumbamiento de su capacidad para discriminar los diferentes niveles lógicos
de la comunicación. Esta situación tiene su remate para la víctima, en la
imposición ulterior que le prohíbe salir de la situación o metacomunicar para resolver
la contradicción y de este modo la víctima es colocada en una posición
insostenible, en la cual no puede hacer un solo movimiento sin que sobrevenga
la catástrofe.
Si tomamos a la familia como el contexto básico donde se
desarrolla el aprendizaje de un ser humano, quiere decir que la familia de un
esquizofrénico moldeó esa forma peculiar por vía de los particulares segmentos
de comunicación que se le imponen a un sujeto y descubrieron que en tanto el
paciente designado mejoraba, otro miembro de la familia empeoraba. Así, desde
lo que a posteriori se denominó el modelo sistémico, se observó que la familia
necesitaba una persona que encarnara el síntoma. Bateson no sólo encontró
pruebas de esta suposición, sino que quedó impresionado por el modo como la
familia fomentaba y aún exigía que el paciente mostrara una conducta irracional
(Bateson et al., 1956).
El grupo de Bateson (1956) planteó que siempre que un
sujeto es atrapado en una situación
de doble vínculo, responderá de un modo
defensivo y en forma similar a la esquizofrenia, pero no toda persona en
esa situación desarrollará esquizofrenia, de hecho es común que la mayoría
de las personas hallan estado en alguna
situación del tipo descripta.
En este planteo el problema se daría en la dificultad de
responder a partir de la confusión de niveles lógicos, sin embargo en otras
áreas, algunos autores han subrayado la importancia de esos errores de
tipificación lógica, demostrando que el humor, la poesía y la creatividad en
general, se caracterizan por la constitución intencional de errores de tipificación y si
pretendiéramos eliminarlos nos quedaríamos con un mundo chato y estancado (Keeney, 1987).
Si bien el concepto del doble vínculo fue central
durante muchos años, dentro de la clínica sistémica de la psicosis, actualmente
y a la luz de las investigaciones y los avances en neurociencias este concepto
requiere una profunda revisión.
2.3.4. Cambio 1 y Cambio
2
Los conceptos de Cambio 1 y 2 aluden a entender el
cambio y la permanencia como dos caras de un mismo fenómeno (Watzlawick,
Weakland & Fisch, 1974).
El Cambio 1, es el cambio del no cambio, implica cambiar
algo pero para que todo siga igual. Habría un cambio aparente, pero no se
llegan a cambiar las estructuras y pautas comunicaciones, y en esos casos
los cambios no son sustanciales, aunque
si evidentes, se dan cambios de contenidos pero la relación y la pauta que
conecta se mantiene igual (Watzlawick, Weakland & Fisch, 1974).
En el caso del Cambio 2, encontramos que el cambio es
más radical, cambian las estructuras, las reglas de juego del sistema, ya no
son cambios aparentes, sino cambios en las pautas que conectan y al cambiar las
reglas que rigen el sistema, cambia también en la mayoría de los casos los
resultados obtenidos (Watzlawick, Weakland & Fisch, 1974).
2.4. La psicoterapia familiar
Los aportes de la psicoterapia familiar al haberse
desarrollado específicamente en el campo de la clínica los desarrollaremos en
el siguiente apartado.
3. Terapia Sistémica
La psicoterapia sistémica ha desarrollado muchas
modalidades diferentes de abordar, trabajar y pensar la clínica terapéutica,
debido a la gran cantidad de escuelas y autores, primeramente realizaremos una breve
descripción histórica, para luego
desarrollar sintéticamente los planteos de
las principales escuelas.
3.1. Antecedentes históricos
Uno de los pilares en donde la Escuela Sistémica se
apoya y de donde recibió mayores aportes es del campo de la psicoterapia
familiar. La orientación sistémico relacional se desarrolla mediante una
compleja serie de estudios, experiencias e investigaciones, efectuadas
primeramente en EE.UU. y Gran Bretaña y luego en otros países entre ellos
Italia, tomando el nombre genérico de Terapia Familiar.
Los estudios de las familias desde la orientación
sistémica, comienzan a articularse con la práctica clínica y las
investigaciones recién en la década del 50’, si bien hubo estudios anteriores
que pueden señalarse como precursores, el movimiento cobra fuerza recién en
esos años. Comienza a pensarse que las conductas sintomáticas del individuo son
el reflejo de una patología familiar más amplia. Se empiezan a formar
diferentes tendencias y escuelas, entre los autores ingleses más reconocidos
podemos mencionar a Cooper, Laing y Schatzman, y en EE.UU. a autores como
Ackerman, Bateson, Boszormenyi- Nagy, Erikson, Framo, Haley, Jackson, Satir,
Sluzki y Watzlawick entre otros (Feixas & Miró, 1993).
Recién en las décadas del 60´ surge la Terapia Familiar
de óptica claramente sistémica, con cierta sistematización de los conceptos
fundamentales, y allí podemos ver las tres grandes escuelas tradicionales
dentro de la Terapia Sistémica, que son la Escuela de Palo Alto, con Watzlawick
y Bateson entre los más reconocidos, la Escuela Estructural cuyo principal
representante es Minuchin y la Escuela de Milán con Selvini Palazzoli como su
máxima figura (Feixas & Miró, 1993).
Para investigar los patrones de comunicación en la
esquizofrenia, Bateson se unió a un grupo de psicoterapeutas y teóricos de la
comunicación con objeto de estudiar los mecanismos de la comunicación humana en
una colaboración que duró una década, desde 1952 hasta 1962. Sin duda la
aparición de la teoría del doble vínculo (Bateson et al., 1956), fruto del análisis comunicacional de las familias
de esquizofrénicos, supuso un hito
fundamental en el nacimiento del modelo
sistémico de terapia familiar (Feixas & Miró, 1993).
La década del 60’ supone un importante desarrollo para
el modelo sistémico, en 1962 Jackson y Ackerman fundan la revista Family
Process, que desde entonces ha sido un
órgano de comunicación científica fundamental para el movimiento sistémico. El
mismo Jackson crea el MRI, Mental Research Institute de Palo Alto,
conjuntamente con Satir y Riskin, en el mismo edificio donde trabajó el grupo
original liderado por Bateson. El MRI,
fue el primer centro que presentó programas de formación en terapia familiar,
al poco tiempo se unieron a este proyecto autores como Watzlawick, Weakland y
Sluski (Feixas & Miró, 1993).
Durante la década de los años 60’ este centro mantuvo
contactos regulares con Erickson, creador de la moderna hipnoterapia y cuyo
enfoque popularizó fundamentalmente Haley (1973). Minuchin por esos años,
impulsado por Ackerman, inicia un proyecto de investigación con familias de
bajo nivel social, en su mayor parte inmigrantes puertorriqueños que estaban en
EE.UU. y tenían problemas de delincuencia (Minuchin, 1974). Ello permite el
surgimiento de un modelo particular que se conoce como Modelo Estructural.
El libro Teoría de la Comunicación Humana, que ya fue
mencionado fue una obra clave (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967), ya que
marcó un hito importante para todo el campo, al ser la primera obra que
articula conceptualmente la práctica clínica de la Terapia Familiar, con la
Teoría General de los Sistemas y la pragmática de la comunicación.
Hacia finales de la década de los 60’, en Europa,
comienzan a establecerse diversas líneas de investigación en terapia familiar.
En Gran Bretaña, Laing, que había trabajado con familias con algún miembro
esquizofrénico, viaja y mantiene contacto con el grupo de Palo Alto e instaura
una nueva línea de investigación para consolidar el modelo sistémico en la
clínica Tavistock de Londres (Laing & Esterson, 1964, citado por Feixas
& Miró, 1993) y posteriormente estos estudios constituyeron los aportes teóricos
de la antipsiquiatría.
El mayor aporte hecho al campo de la terapia familiar
sistémica desde Europa, corresponde a Italia, en el año 1967, Selvini
Palazzoli, Boscolo, Cecchin y Prata, conocidos mundialmente como el Grupo de
Milán, ponen en marcha un centro de investigación en terapia familiar, de
amplias repercusiones para el movimiento sistémico. Años después, Cancrini y
Andolfi, desarrollarán sendas escuelas de terapia familiar sistémica en Roma.
En las décadas posteriores, el movimiento sistémico se expande y comienzan a
surgir nuevos enfoques y cuestionamientos principalmente de tipo epistemológico
(Feixas & Miró, 1993).
Actualmente además de las escuelas sistémicas clásicas
se pueden mencionar a los movimientos constructivistas y narrativistas, quienes
en general plantean una actitud menos directiva e intervencionista por parte
del terapeuta y una actitud más constructivista, generativista y narrativista
(Anderson & Goolishian, 1988; Gergen, 1992; White & Epston, 1993;
Schnitman, 1994). Por ejemplo, para Anderson y Goolishian (1988) el cambio en
la terapia implica una reconstrucción de la historia que se da a nivel
conversacional y se mantiene hasta que se crea una nueva narrativa.
3.2. Características
generales de la psicoterapia sistémica
En el modelo sistémico, en general, los síntomas son
entendidos como expresiones disfuncionales del sistema familiar, de modo que el
foco de análisis no recaerá solamente en el paciente que tiene el síntoma o
problema, sino que abarcará a todo el sistema. Al paciente que tiene las
manifestaciones sintomáticas o el problema concreto se lo denomina paciente
identificado. Todas las escuelas ponen especial interés en las conductas y en
los patrones de intercambio entre los miembros que componen el sistema, es
decir, los integrantes de la familia. Se focaliza en general en las
interacciones y pautas repetidas que marcan un estilo de vinculación entre los
miembros. La solución de los problemas o
síntomas, se encuentran en estrecha vinculación con las relaciones y pautas que
establecen los miembros del sistema entre sí, por eso se trabaja
fundamentalmente con los patrones disfuncionales de interacción familiar
(Feixas & Miró, 1993).
Desde el punto de vista técnico, estos modelos han diseñado
una serie de intervenciones específicas que permitieron que estas escuelas se
desarrollaran y alcanzaran mucha difusión entre los psicoterapeutas; ya que
proporcionaron técnicas creativas, innovadoras y desafiantes que lograron darle
herramientas específicas a los profesionales de la salud mental, para el
trabajo con pacientes individuales y familias. Los modelos sistémicos
representan el marco conceptualmente más provocador y tecnológicamente más
innovador de la psicoterapia actual (Feixas & Miró, 1993).
Los tiempos de los tratamientos son considerablemente
más cortos comparados con las terapias analíticas, la actitud del terapeuta es
activa proponiendo intervenciones y tareas para realizar fuera de la sesión.
Habitualmente el leguaje analógico, no verbal, ocupa un lugar importante en el
tratamiento.
En los primeros momentos se trabajaba fundamentalmente
con toda la familia o el sistema implicado, pero en la actualidad existen
modalidades individuales, de pareja y grupales. El enfoque está centrado en el
presente fundamentalmente y existió una tradición de no utilizar diagnósticos
psiquiátricos clásicos, ya que estos tendían a transformarse en profecías
autocumplidoras (Watzlawick, Weakland & Fisch, 1974).
3.3. Las escuelas de
psicoterapia sistémica
En nuestro medio, los terapeutas sistémicos se vieron
influenciados no sólo por autores sistémicos, sino también por autores de otras
orientaciones. Actualmente los límites de las escuelas no están tan claros ni
definidos como hasta hace unas décadas atrás, por esta razón no es tan fácil
definir lo que implica el ámbito sistémico. Dentro de la sistémica, tampoco hay
un criterio unificado de abordaje clínico y en nuestro país, la integración y
el eclecticismo son muy frecuentes, por
lo tanto describiremos simplemente los modelos clásicos y más puros dentro de
la sistémica, sin intentar agotar los diferentes abordajes clínicos dentro de
la Sistémica.
Como ya señalamos existen muchos autores y escuelas
sistémicas, pero en función de describir sucintamente las principales seguimos
el planteo de
importantes autores que trataron de
sistematizarlas y señalaron clásicamente tres escuelas predominantes (Keeney
& Ross, 1987; Feixas & Miró, 1993).
Las mismas son:
a.
La escuela interaccional del MRI
-Mental Research Institute- o Escuela de Palo
Alto.
b.
La escuela estructural estratégica.
c.
La escuela de Milán.
3.3.1 La escuela
interaccional o escuela de Palo Alto
Esta escuela se identifica principalmente con la segunda
generación de investigadores de Palo Alto (Watzlawick, Weakland & Fisch,
1974; Fisch, Weakland & Segal, 1982).
Parten de la idea de que los cambios terapéuticos no son
diferentes de las continuas transformaciones que sufren los diferentes sistemas
en evoluciones naturales. Para ellos las soluciones intentadas son las que
mantienen el problema, las personas que llegan con problemas a la consulta
psicoterapéutica traen una dificultad, definida por alguno de los miembros como
problema y una serie de aplicaciones de ciertas soluciones intentadas fallidas,
que no han logrado solucionar dicho problema, sino que por el contrario
lograron mantenerlo, tuvieron el efecto pragmático de sostenerlo, obstaculizando
el proceso normal de cambio (Watzlawick, Weakland & Fisch, 1974).
Las intervenciones apuntan primeramente a identificar
los circuitos intervinientes y las diferentes soluciones intentadas, luego
poder bloquear esas soluciones intentadas fallidas, para cortar el proceso
cibernético de feedback negativo que mantiene el problema. El objetivo es
modificar las estructuras o las pautas interaccionales que rigen al sistema, lo
que se conoce como Cambio 2, ya que
todas las soluciones intentadas fallidas son consideradas como meros Cambios 1,
que se entienden como ‘más de lo mismo’ (Fisch, Weakland & Segal, 1982).
Las soluciones intentadas, habitualmente se guían por el
sentido común, pero para lograr Cambios 2, los terapeutas interaccionales
proponen
intervenciones
paradójicas que a veces contrarían el sentido común. Proponen dar este tipo de prescripciones con
una racionalidad acorde al marco referencial de la familia, siguiendo los
parámetros semánticos del sistema. Esta escuela utiliza para ello dos
elementos, que se conceptualizan como ‘hablar el lenguaje del paciente’ y
‘cargar con sugestión la prescripción’ (Watzlawick, Weakland & Fisch, 1974).
Habitualmente proponen tiempos de resolución
relativamente breves, de diez sesiones
generalmente, independientemente del tipo de problema presentado y las
principales técnicas utilizadas por esta escuela son las prescripciones,
sugerencias y redefiniciones (Feixas & Miró, 1993).
3.3.2 La escuela
estructural estratégica
Los dos representantes más destacados de esta escuela son Haley y
Minuchin, quienes toman especialmente en cuenta las jerarquías y los roles
familiares que conforman la estructura del sistema.
Plantean que las familias se organizan en torno a
alianzas y coaliciones, en las primeras se da cierta cercanía o vinculación
entre dos miembros por cualquier motivo, en las segundas en cambio, también se
da una alianza pero la misma se dirige contra un tercero. Se plantea el
concepto de triángulo perverso (Haley, 1973) en los casos en donde existe una
coalición entre miembros de diferentes generaciones en contra de otro. Estas
coaliciones habitualmente son negadas en la terapia familiar, a diferencia de
las alianzas que tienden a ser más reconocidas.
Entienden a la familia como un sistema que tiene límites
y fronteras, consideran que los miembros de la misma se diferencian entre ellos
y otros subsistemas por límites y a su vez el sistema familiar se diferencia de
otros sistemas por sus fronteras. Estos límites pueden ser difusos, rígidos o
claros, dependiendo de esto podemos conceptualizar a las familias como
aglutinadas y dispersas o desligadas (Minuchin, 1974).
Las familias aglutinadas tienen límites difusos y
fronteras rígidas, de modo que es difícil mantener la individualidad, el
intercambio con el medio y otras familias es restringido, habitualmente los
problemas de uno son los problemas de todos. En cambio las familias
desligadas o dispersas
tienen
límites
rígidos y muy marcados y fronteras más bien laxas, sus miembros tienden a ser
más individualistas. A partir de estos conceptos, además de los roles,
jerarquías, alianzas y coaliciones es que se construyen un mapa estructural de
la familia (Minuchin, 1974).
Entre las consideraciones que señalan a nivel clínico
destacan el joining, que permite que
el terapeuta genere un clima agradable facilitando que ambos sistemas -familia
y terapeuta- se acomoden mutuamente,
logrando la confianza suficiente para poder plantear las intervenciones
específicas. Entre las técnicas más utilizadas, se destaca la reestructuración
que intenta romper con las coaliciones, logrando una nueva estructuración de
poderes y jerarquías. Se usan para este mismo fin también las técnicas de
desequilibración en donde el terapeuta se alía con algún miembro o subsistema
para forzar un nuevo mapa familiar de alianzas y coaliciones. También utilizan
las redefiniciones positivas del síntoma, las prescripciones de tareas y las intervenciones paradójicas
(Haley, 1963, 1973; Madanes, 1981).
3.3.3. La
escuela de Milán
Su principal exponente es Selvini Pallazoli, esta
escuela es un poco posterior a las otras dos, trabajaron fundamentalmente con
familias con graves disfuncionalidades y organización muy rígida, que ellos
denominan familias con ‘transacción psicótica’ (Selvini Pallazoli et al.,
1975). Trabajaron principalmente con familias con algún miembro psicótico o con
trastornos de la alimentación.
Ponen especial atención a los datos recogidos desde el
momento mismo de la derivación y en el primer contacto, habitualmente
telefónico, con la familia. A partir de esos datos construyen una hipótesis
inicial de trabajo y luego van contrastando la misma en el transcurso de la
primera sesión. Trabajan principalmente con los significados que la familia
tiene respecto del síntoma y del paciente identificado, tratando de encontrar
consensos y disensos relacionados a la atribución de dichos significados
(Selvini Pallazoli et al., 1975, 1988).
Una de las intervenciones específicas creadas por esta
escuela fue la prescripción invariable, que la entendieron como un programa
específico para trabajar con familias de transacción psicótica, en donde se les
da la misma tarea a todas las familias, en general tratando de aliar a los
padres, mediante un secreto, que favorece la separación de los subsistemas, en
particular el de los hijos (Selvini Pallazoli et al., 1975).
Esta es una de las escuelas que creó las intervenciones
más provocativas y novedosas de la sistémica, entre las principales técnicas
que utiliza se destacan la connotación positiva, la pregunta circular, los
rituales y las intervenciones paradójicas. Habitualmente trabajan con un
formato de diez sesiones, pero con intervalos largos entre sesiones, de entre 2
a 4 semanas (Selvini Pallazoli et al., 1975,
1988).
3.4. Cuadro comparativo entre las principales Escuelas Sistémicas
Características
|
Palo Alto
|
Estructural
|
Milán
|
Foco
de análisis
|
Proceso de interacción
|
Como se organizan: interdependencia y
jerarquía
|
El significado que da el
sistema
|
Circuito que mantiene el
problema
|
Estructura
|
Significado
|
|
Segmento más
motivado al cambio
|
Subsistemas
|
Primero todo el
sistema y luego partes
|
|
Lugar
del cambio
|
Fuera
de la sesión
|
En
la sesión
|
En la sesión principalmente
|
Intervenciones
|
Redefiniciones, sugerencias, prescripciones
(directas y paradojales)
|
Redefiniciones, puesta en acto,
desbalanceos, sugerencias y prescripciones
directas
|
Preguntas
circulares, connotación positiva, rituales, paradojas
|
Verbal
|
No verbal (espacio y movimiento)
|
Verbal
|
|
Distribución
de las sesiones
|
Diez como máximo (generalmente una por semana o
quincena)
|
Cantidad no especificada
(generalmente una por semana durante tres o cuatro meses)
|
Cantidad no especificada, espaciadas entre sí (tres
o más semanas)
|
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